Llevaba tiempo observando el brillo del puñal que él guardaba en sus bolsillos, pero nunca le había prestado demasiada atención,incluso llegó a olvidarlo, al fin y al cabo, el tiempo había pasado y había sido perfecto ¿por qué molestarse en pequeños detalles? y aquello le costó caro, justo en el instante en que el afilado objeto se hundía en su espalda comenzó a arrepentirse de todo. Se limitó a observar con rabia al portador del arma mientras lo maldecía a gritos, aunque sabía que la culpa era suya por ser tan necia. Él la miraba indiferente y en silencio, cuando creyó que la labor estaba acabada se fue, sin ningún tipo de remordimiento.
Ella se mantuvo tirada en el suelo durante un largo rato con los ojos muy abiertos e incrédulos, ajenos al mundo, mientras de la herida emanaba cantidades de sangre por doquier, por su lado fueron pasando personas que se dedicaban a sanar la herida e intentar levantarla del suelo. Con el tiempo consiguió volver a caminar y una nueva cicatriz adornaba su espalda, haciéndole compañía a otras.
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