Todos encerrados en aquel sótano, todos bailando, dejándose llevar por aquella música. Las penas marchaban, la juventud inundaba cada parte del local.
Me mezcle entre aquel gentío y comencé a imitarles.
La cabeza apunto de estallar, los pies muertos, pero toda la felicidad dentro de mí. Maldito alcohol que mata por dentro.
Durante ese tiempo nada me importaba lo suficiente, los problemas, las alegrías, los amores, etc. se reducían a nada.
Yo sabía lo que quería y era olvidar todo.
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