Conocía bien todas aquellas historias que salían en las películas, esas historias de amor que te quitaban el aliento. Sabía que debía echarle valor e ir a por todas. Miré una última vez hacia el cielo y tomé una bocanada de aire.
Estaba en su portal y olía a él. Observé el porterillo con determinación , esperando alguna señal que me mostrara cual de todos aquellos botones pertenecía a su piso. Entonces una chica de mi edad apareció por mi espalda, al verla me aparte para dejarle sitio. Llamó a uno de los botones, 3ºB, fue en aquel momento en que el mundo desapareció para mí. Su voz sonó tan clara por el megáfono que los pelos se me pusieron de punta al pensar que estaba allí.
La puerta se abrió y la chica entró risueña al edificio, yo por otra parte di media vuelta y desaparecí, a algunos pasos del portal eché un último vistazo atrás con la absurda esperanza que él apareciera para detenerme y darme una explicación como había visto tantas veces en las película, pero no hubo suerte y seguí hacia delante.
Desde aquel momento supe que todo aquello era una burda mentira que solo servía para ilusionarnos.
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