miércoles, 14 de mayo de 2014

Una historia interminable.

Se miraron con complicidad y se sonrieron como si pudieran leerse el pensamiento mutuamente. Los años habían pasado, pero no les pesaba sobre los hombros, habían estado tanto tiempo juntas que parecían comprenderse a la perfección, habían llegado al punto en el que solo una mirada bastaba para saber lo que le sucedía a la otra. Ellas que habían estado juntas desde la niñez, se mantenían en la vejez unidas como el primer día, ahora eran hermanas, no de sangre, pero si de corazón.

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