Te prometo que si por mí fuera, jamás creceríamos, nos mantendríamos siempre jóvenes, eternos y vivaces, luchadores invencibles. Pero recuerda que no está en mi mano. Adoro la curva de tu boca al sonreír, tus ojos soñadores pensando en realizar lo imposible, tus oídos intentando percibir mi voz cuando me acerco para saber si me falta mucho, tu nariz arrugada cuando te enfadas o indignas por nada, pero que al rato pasa. En general me encantas joven, no te enfades, no te pienso abandonar cuando tengas arrugitas, la juventud que me gusta no es la física, es la del espíritu y mientras lo conserves todo estará bien y si te despistas y en algún momento desaparece, te recordaré que lo tienes.
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